Situado entre el pueblo de Vík í Mýrdal y la laguna glaciar Jökulsárlón, se encuentra un pequeño asentamiento de nombre impronunciable (Kirkjubæjarklaustur) cuya historia se remonta más allá de los primeros colonos irlandeses.
En 1186 existió un convento de monjas benedictinas junto al lago Systravatn. Las leyendas locales cuentan que dos hermanas fueron quemadas acusadas de herejía y enterradas en el túmulo que separa las dos cascadas. Encerrando así el mal entre sus aguas…desde entonces la cascada se llamó Systrafoss (cascadas hermanas).
Tiempo después, cuando las monjas acusadoras se bañaban en el lago, una mano enjoyada surgió sobre las aguas. Cuando se acercaron para apoderarse de las joyas, la mano las aferró y arrastró a las profundidades.
Fue en 1783 cuando el pueblo se hizo famoso durante la erupción del volcán Laki. Según la leyenda local, el pastor Jón Steingrimsson pronunció el “Sermón del Fuego”, que detuvo el avance de la lava y salvó al pueblo.
La erupción de 1783 duró ocho meses, acabando con la vida de 10.000 islandeses y la mitad del ganado de la isla. La nube que generó se extendió por todo el mundo y causó una hambruna de tres años que mató aproximadamente a seis millones de personas y es considerada una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia.
Las cenizas del Laki fueron encontradas en países tan lejanos como China. Y algunos historiadores apuntan que la pobreza que generó en las clases más bajas fue uno de los factores que, años después, desencadenaría la revolución francesa…
El mundo había cambiado con la erupción de un volcán perdido en el corazón de Islandia.
Hoy en día, la zona es un inmenso campo de lava solidificada. Y la vida ha ido ganando su partida reconquistando, poco a poco, el terreno que una vez el volcán robó.